Preguntas frecuentes

¿Como se creo el ballet?

Ballet Clásico

 

El ballet se originó a finales del siglo XV, a partir de los números de danza que se representaban en los festines de las cortes italianas. Estos elaborados espectáculos que desprendían pintura, poesía, música y danza, tenían lugar en grandes salas que se utilizaban tanto para banquetes como para bailes. Su contenido era normalmente alegórico-mitológico.

Los ballets cortesanos italianos fueron ampliamente desarrollados en Francia. El Ballet cómico de la Reina, el primer ballet del que sobrevive una partitura completa, se estrenó en París en 1581. Fue creado por Beaujoyeux y bailado por aristócratas aficionados en un salón con la familia real sobre un estrado al fondo y los espectadores en las galerías de los otros tres lados del salón. Ello determinó el carácter de los futuros ballets cortesanos, que cristalizaron en el siglo XVII en las diferentes cortes europeas con sus presuntuosos vestuarios, decoración, fuentes artificiales, luminotecnia, etc.

El ballet de corte alcanzó su cumbre durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), cuyo nominativo de “Rey Sol” derivó de un papel que ejecutó en un ballet. Muchos de los ballets presentados en su corte fueron creados por el compositor italiano francés Jean Baptiste Lully y el coreógrafo francés Pierre Beauchamps, a quien se atribuye la determinación de las cinco posiciones básicas de colocación.

En 1661, Luis XIV fundó la “Academia Real de la Danza” para maestros . La danza empezaba a configurarse como una disciplina profesional.

En un primer momento solo los hombres podían participar, y los papeles femeninos los realizaban estos mismos disfrazados. Las primeras bailarinas aparecieron en 1681 en un ballet llamado “El triunfo del amor”.

La técnica de la danza en este periodo, recogida por Raoul Feuillet en su libro “Coreografía”, incluía pasos y posiciones todavía identificables. Se desarrolló una nueva forma teatral: la ópera ballet, que abarcaba el canto y la danza en una serie de danzas unidas por un tema común.

Los bailarines del siglo XVIII se veían entorpecidos por los trajes, zapatos, pelucas y miriñaques.

Fue Marie Anne Camargo quien acortó las faldas y empezó a usar zapatillas sin tacón, para exhibir sus pasos y saltos. Su rival, María Sallé desechó el corsé y se colocó túnicas griegas para bailar “Pigmalión”.

A pesar del virtuosismo de los bailarines franceses, los coreógrafos que trabajaban fuera de París consiguieron una expresión más dinámica en sus ballets. Fue John Weaver quien eliminó las palabras e intentó transmitir sentido dramático por medio de la danza y el gesto. En Viena se dio a conocer la pantomima.

En este sentido hay que destacar la figura de Jean Georges Noverre, cuyas Cartas sobre la danza y los ballets (1760) ejercieron una notable influencia. Para él, los movimientos debían fluir naturales y armónicos. Noverre encontró una oportunidad para plasmar sus ideas en Stuttgart, Alemania, donde produjo por primera vez “Medea y Jasón”.

Jean Dauberval, alumno del anterior, en su ballet “La fille mal gardée” (La muchacha mal custodiada, 1789) aplicó los principios de su maestro.

La danza en puntas empezó a desarrollarse, aunque los bailarines se ponían de punta sólo unos instantes, ya que aún no se habían inventado las zapatillas de punta dura.

El ballet "Las Sílfides", cuya primera representación tuvo lugar en París, inauguró el período del ballet romántico. María Taglioni, solista, interpretaba una criatura sobrenatural que es amada y destrozada de forma involuntaria por un mortal. Las sílfides inspiraron muchos cambios en los ballets de la época.

También debemos mencionar “Giselle” (1841), con música de Adam y coreografía de Jean Coralli.

El ballet romántico, sin embargo, no se inspiró exclusivamente en temas sobre seres de otro mundo.

Las mujeres dominaban (y aún lo siguen haciendo) en el ballet romántico.

Entre el ballet que vivía un proceso expansivo en Europa y la escuela bolera (danza académica española) surgió un importante vínculo. Los temas españoles comenzaron a estar de moda en los repertorios de los ballets. El gran Marius Petipa cristalizó la esencia española dentro del ballet clásico, produciendo entre 1847 y 1888 junto a Ivanov una serie de ballets y fragmentos de aire y estilo españoles que son verdaderas obras maestras.

Pero en Europa el ballet empezaba a perder interés. Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron pocos ballets destacables en la Ópera. Aunque sí que podemos señalar “Coppélia”, “Sylvia” y “La fuente”, con música de Leo Delibes.

Rusia, sin embargo, sí que siguió con la tradición del ballet, gracias al coreógrafo Marius Petipa. Entre sus obras están los ballets quizás más conocidos: “La bella durmiente” (1890), “El lago de los cisnes” y “Cascanueces”, las tres en colaboración con Liev Ivanov, sobre música de Piotr Ilich TChaikovski.

Petipa llegó a convertirse en un punto de referencia. Fokine hizo hincapié en la idea de la expresividad.

Los Ballets Rusos, fundados por S. Diaghilev con la colaboración del anterior, supusieron el inicio del ballet moderno. Supuso el resurgir de la figura masculina que había sido olvidada y la aparición de nombres como Vaslav Nijinski. La compañía creó un gran número de nuevas piezas, incluido un ballet de un solo acto de Fokine de temática oriental: “El pájaro de fuego” (1910), “Sheherazade” (1910) y “Petruska” (1911).

Diaghilev contrató no solo a compositores y coreógrafos sino también a artistas, pintores, poetas y compositores de Europa occidental, como Pablo Picasso y Maurice Ravel, para colaborar con los ballets. George Balanchine, y el bailarín y coreógrafo ruso francés Serge Lifar abrieron nuevos horizontes al ballet.

Aquellos artistas que habían colaborado en la compañía contribuyeron al florecimiento del ballet en Europa y América. Anna Pavlova, que bailó en las primeras épocas de los Ballets, creó su propia compañía. Fokine trabajó con el futuro American Ballet Theatre. Massine colaboró con el Ballet Ruso de Monte Carlo, compañía creada tras la muerte de Diáguilev. Dos antiguos miembros de los Ballets Rusos, Marie Rambert y Ninette de Valois, colaboraron en la difusión británica del ballet. De Valois fundó la compañía que llegaría a ser el Britain’s Royal Ballet.

Entre los años 1920 y 1930 comenzó a desarrollarse en Estados Unidos y Alemania la danza moderna. Martha Graham, Doris Humphrey y Mary Wigman, crearon nuevos estilos de movimiento con un progresivo acercamiento al realismo. Se amplió la capacidad de movimiento con un uso más libre del cuerpo.

En la década de 1930, Massine inventó el ballet sinfónico, que trataba de expresar el contenido musical de sinfonías de los compositores alemanes Ludwig Van Beethoven y Johannes Brahms. Balanchine a su vez comenzó a crear ballets abstractos. Jewels (1967) está considerado como el primer ballet de larga duración de este tipo.

Durante los años 40 se fundaron en Nueva York dos grandes compañías de ballet, el American Ballet Theatre y el New York City Ballet. A partir de la segunda mitad del siglo XX, se han creado compañías de ballet en muchas ciudades de Estados Unidos y de Canadá.

En los años 50, las compañías rusas (la del teatro Bolshói y el teatro Kírov, por ejemplo) hicieron por primera vez representaciones en Occidente. La influencia rusa sobre el ballet ha sido inmensa. Encontrándonos con los famosos casos de deserción como Rudolf Nureyev, Natalia Makárova, y Mijaíl Baryshnikov, director del American Ballet Theatre de Nueva York, desde 1980 hasta 1989.

En España hay que destacar la figura de Víctor Ullate, quien en 1979 se convierte en el director del Ballet Nacional de España. En 1987 Maia Plisiétskaia fue nombrada directora artística del Ballet Lírico Nacional. La incorporación del coreógrafo y bailarín español Nacho Duato como director artístico de la Compañía Nacional en 1990 ha supuesto un cambio innovador en la historia de la compañía, que ahora se ha alejado del ballet clásico propiamente dicho para acercarse de lleno a la Danza Contemporánea.

Finalmente hay que destacar el esfuerzo cubano en el desarrollo del ballet con su “Ballet Nacional de Cuba”, fundado y dirigido por Alicia Alonso.

El repertorio del ballet actual ofrece una gran variedad de estilos e influencias. Coexisten ballets modernos y los pertenecientes al repertorio clásico, aunque podemos decir que es la danza contemporánea la que está ganando actualmente el terreno.

¿Que es el ballet?

El ballet o danza clásica, es el nombre específico dado a una forma concreta de danza y su técnica. Según las épocas, los países o las corrientes, el espectáculo coreográfico puede incluir: danza, mímica y música, decorados y maquinaria.

Ballet

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También se utiliza el término ballet para designar la pieza musical compuesta, para que sea interpretada por medio de la danza. El Ballet está considerado como una de las Artes Escénicas.

La técnica de la danza tiene una dificultad importante, ya que requiere una concentración para dominar todo el cuerpo, añadiendo además un entrenamiento en flexibilidad, coordinación y ritmo musical. Lo habitual, aunque no obligatorio, es que se aprenda con una edad temprana, para interiorizar y automatizar movimientos y pasos técnicos.

Para realizar el calentamiento se utiliza una zapatilla de tela (o piel) con suela partida o completa, muy blanda y fácilmente adaptable. Cuando la experiencia, la condición física y la fuerza del bailarín ya lo requieren, se comienza el entrenamiento con las denominadas puntas de ballet (zapatilla de punta dura). El vestuario debe ser cómodo y, sobre todo, debe dejar marcado el cuerpo para poder corregir y ver los movimientos del cuerpo, brazos y piernas.

 

¿Cuales son las tecnicas del ballet?

Ballet Clásico

El ballet clásico es una forma artística muy lógica. Está conformado por ejercicios, pasos, posiciones y poses para los que existe una terminología francesa. Los principios, reglas y protocolos determinan la forma en la que se ejecutan sus ejercicios y sus pasos; estas reglas y protocolos distinguen al ballet de otras formas de danza. Su estructura teórica provee el marco, que aplicado correctamente logra el nivel clásico demandado por este arte.

Los principios generales del ballet clásico incluyen los conceptos de alineación, rotación, distribución del peso, postura, transferencia del peso, colocación, elongación, compensación, contrabalance, aplomo y balance (equilibrio). Aunque estos principios serán examinados individualmente, es necesario aclarar que en el transcurso de la clase se encontrarán siempre interrelacionados. Es difícil estudiar cualquiera de estos principios sin analizar su relación con los demás. El aprendizaje y aplicación de estos principios es un proceso progresivo. La asimilación intelectual y kinesiológica de estos principios enriquecerá la experiencia motriz de los alumnos permitiendo el desarrollo de una sólida técnica base.

 

PRINCIPIOS

Alineación. La alineación corporal puede definirse como una buena postura en su sentido más clásico. Una adecuada alineación corporal es la base esencial para desarrollar la técnica del ballet. Para el bailarín de ballet esta alineación integra constantemente la cabeza, el torso, los brazos y las piernas en una totalidad coherente, mientras el cuerpo se mueve a través del espacio o mientras se mantiene una posición. La alineación es un principio primario y dinámico que se mueve eficientemente como un todo y es sensible a los movimientos de sus partes. El cuerpo entero es como una estructura de bloques: si uno de los bloques está desalineado afecta el resto que esté por encima o por debajo. Una vez el cuerpo está desalineado, otras partes del cuerpo realizan compensaciones que causan aun mayor desalineación y eventualmente lesiones: todas las articulaciones mayores del cuerpo se pueden ver afectadas.

Rotación (en dehor). La rotación externa de las piernas es la característica más distintiva del ballet clásico; dicha rotación debe emanar de la cadera. El fémur rota por la acción de varios músculos, entre ellos seis músculos rotadores de las caderas: prirformis, abductor interno, quadriceps femoral, gemelo interior, gemelo superior y abductor externo. El control muscular de la pelvis, las piernas y el abdomen es esencial para mantener una correcta alineación del cuerpo y facilitar la rotación. La rotación se extiende a través de los muslos, las piernas y los pies, alineando las rodillas con la pelvis y los pies. La rótula estará por encima del segundo y tercer dedo del pie. El tobillo se encuentra perpendicular al suelo, de manera que el pie no ruede ni hacia dentro ni hacia fuera de sus bordes. La alineación vertical de las caderas, piernas, rodillas, tobillos y pies debe ser mantenida ya sea con las rodillas flexionadas o extendidas. La rotación ideal es de 180 grados. Para el bailarín principiante la rotación debe ser natural desde las caderas, esta puede se entre 90 y 100 grados. Para mantener igual el nivel de rotación en ambas piernas se requiere una apropiada alineación y colocación del torso. La rotación natural deberá mejorarse mediante la aplicación de estos principios y de un adecuado control muscular. La rotación es un principio primario que se aplica a toda la técnica del ballet. Durante el renacimiento el ballet fue ejecutado inicialmente en los bailes de salón y luego se trasladó al escenario. El vestuario que los bailarines usaron mientras evolucionó el ballet llevó a que la rotación fuera la forma más eficiente y estética de moverse en todas las direcciones, permitiendo asumir cualquiera de las posiciones clásicas mientras se mostraban al público. La rotación por lo tanto es el sello característico del ballet clásico. Una imagen que puede ayudarnos a comprender el principio de la rotación es la idea de una “espiral mágica”. Imaginemos que la espiral se inicia en la articulación de la cadera, va por detrás de éstas y pasa por el muslo interno, rotándolo hacia fuera; luego desciende por detrás de las rodillas envolviendo los gemelos y rotándolos hacia fuera y continua descendiendo por la espinilla rotando hacia fuera finalmente los talones y los pies.

Distribución del peso. La distribución del peso del cuerpo es crucial en la conservación del equilibrio y del movimiento eficiente del bailarín. La alineación es de suma importancia para la correcta distribución del peso en uno o en los dos pies. A medida que el bailarín se mueve, el peso del cuerpo se está recentrando continuamente sobre uno o los dos pies. En la posición a pie plano los cinco dedos y la planta del pie soportan el peso del cuerpo. El peso del cuerpo se centra verticalmente sobre un área triangular. Dicho triángulo conecta el metatarso del dedo gordo, el quinto metatarsiano y el tobillo. El bailarín debe trasladar el peso hacia los metatarsianos, ya sea que se encuentre apoyado en los dos pies, en uno o en relevé (elevación sobre los metatarsianos). En relevé, el peso del cuerpo se encuentra sobre los metatarsianos y los cinco dedos del pie. El peso debe centrarse verticalmente entre el segundo y tercer metatarsiano para prevenir que el pie se ruede hacia dentro o hacia fuera; de esta manera el arco longitudinal del pie se encuentra perpendicular al suelo.

Postura. En los ejercicios y las combinaciones el bailarín asume una postura con el peso distribuido en ambos pies o cuando pasa a través de las distintas posiciones. Para sumir una apropiada postura del peso debe estar igualmente distribuido sobre ambos pies. El bailarín aprende estas posiciones kinestésicamente, ya sea para descansar o para recobrar el equilibrio antes de trasladar el peso a un pie o a una dirección diferente.

Transferencia del peso. La acción de trasladar el peso de dos pies a uno, o de uno a dos, requiere una postura correcta. El bailarín hace que la transferencia del peso se vea sin esfuerzo. Respirar con el movimiento, usar la rotación y estirar el cuerpo hacia arriba permiten que los cambios de peso se vean fluidos y sin esfuerzo. Ser capaz de ejecutar los cambios de peso es crucial para el logro de un suave cambio de apoyo y de las direcciones que constituyen una parte esencial del ballet.

Antes de realizar un cambio de peso de dos pies a uno, el cuerpo se estira ligeramente hacia arriba y hacia el lado de la pierna de apoyo en dirección diagonal entre las piernas y la pelvis. El peso se traslada completamente a los metatarsianos de la pierna de apoyo. Al regresar el peso a las dos piernas se debe trasladar de nuevo el peso y distribuirlo correctamente entre ambos pies.

Colocación. La colocación se refiere a la conservación de los hombros y las caderas en el mismo plano y paralelas la una a la otra en relación con el suelo. Este principio le permite al bailarín incrementar la claridad y la precisión en el manejo de las direcciones mientras las piernas se mueven en las distintas direcciones. El torso en ballet funciona como una unidad y ha sido percibido generalmente como inmóvil, lo cual no es cierto. En realidad, el torso se mueve sutilmente en relación con el fraseo de la respiración de los movimientos y las combinaciones. La colocación del torso provee estabilidad durante el desplazamiento de la pierna que trabaja, mientras la pierna de apoyo se estira hacia arriba. La sensación kinestésica del torso de un bailarín y la colocación llegan a ser más importantes cuando se integran con cambios de direcciones en la barra y en el centro.

Cuando las piernas se levantan del suelo en las distintas direcciones se involucran usualmente ajustes en la cadera y en la columna. Cuando la pierna de trabajo se extiende hacia delante, la pelvis y la columna comienzan a moverse después de 60 grados. El movimiento de las piernas al lado se limita aproximadamente a los 45 grados y atrás el movimiento a los 15 grados. La idea de la colocación es engañosa debido a la estructura anatómica del cuerpo. El bailarín siempre tratará de mantener la línea horizontal de la cadera nivelada, siempre con la imagen de las caderas enfocadas al frente en el plano horizontal y buscando que la estabilidad, la distribución del peso y la compensación trabajen en conjunto con la colocación.

Elongación del torso. Alongarse a través de las piernas, por medio del estiramiento de las mismas desde el suelo, involucrando la musculatura abdominal y elevando el torso por encima de las caderas, constituye un importante elemento técnico que contribuye a definir la estética del ballet. Cuando apoyamos una o ambas piernas en el piso, estas se estiran hacia arriba a través de la pelvis, para mantener el máximo de su longitud. Esta acción previene al bailarín de “sentarse” (hundirse) en las piernas, permitiendo el estiramiento de la pelvis y el torso y, por lo tanto, dando mayor facilidad de movimiento en las piernas. El bailarín involucra los músculos abdominales elevándolos hacia arriba, desde el hueso púbico hasta el esternón, aumentando la distancia entre las costillas y las caderas. Esta acción acompaña simultáneamente un estiramiento hacia debajo de la columna por el plano posterior hasta el suelo, para mantener el control de las curvaturas de la columna. Estas acciones opuestas levantan y centran perpendicularmente el torso, consecuentemente permitiéndoles a las piernas moverse libremente mientras el cuerpo parece flotar por encima de ellas. El uso correcto de la elongación le permite al bailarín verse ligero y con la capacidad de desafiar la gravedad.

Compensación. Este concepto está relacionado con las fuerzas opuestas que encontramos interviniendo constantemente en el cuerpo. La gravedad y el peso corporal ejercen una fuerza hacia abajo; los músculos proveen de la fuerza que compensa esta otra permitiéndonos permanecer erguidos. Cuando se disminuye la tensión excesiva de los músculos por medio de una correcta alineación postural, el bailarín puede ejecutar sus movimientos con mayor facilidad. La respiración se hace más fluida y el cuerpo funciona eficientemente.

Para cada acción debe existir una reacción opuesta e igual. Cuando realizamos un movimiento hacia abajo el cuerpo deberá estirarse hacia arriba antes de descender. En la técnica del ballet, el bailarín intenta no hundirse o dejarse vencer por la gravedad. Si movilizamos la pierna de trabajo adelante o atrás, el cuerpo tenderá a moverse hacia delante o hacia atrás. Estas acciones se presentan usualmente en los hombros, las caderas o en ambas. La compensación impide que perdamos la colocación y elongación del cuerpo.

Contrabalance. Esta acción consiste en la ligera inclinación del torso hacia arriba y hacia delante cuando levantamos la pierna atrás, por encima de los 20 grados. Debido a la conformación de la parte posterior de las caderas, esta inclinación le permite a la pierna subir sin presionar excesivamente la columna. El cuerpo debe continuar manteniendo su colocación durante esta acción. La parte anterior del torso se estira hacia arriba durante la inclinación hacia delante del torso, mientras la pierna se estira al elevarse hacia atrás. El cuerpo regresa a su posición alineada después de haber finalizado el movimiento hacia atrás. La elongación de la columna cervical, dorsal y torácico, es esencial en este proceso.

Aplomo. El aplomo es la línea vertical imaginaria que se utiliza para evaluar la alineación y el centro vertical del bailarín. Visto de frente en primera posición de ballet, la línea de aplomo, también llamada línea central, se desplaza desde la parte superior de la cabeza, a través de la mitad de la nariz, boca, mentón, esternón, ombligo, pelvis y el punto medio de los talones. Visto de lado, la línea de aplomo desciende desde la parte superior de la cabeza pasando por el frente del oído, a través de la parte media del hombro, cadera y rodilla para caer finalmente en frente del hueso del tobillo.

El concepto de aplomo también se aplica durante el movimiento. En este caso, consiste en la habilidad del bailarín para cambiar de nivel desde el demi-plié hasta relevé, y lo contrario, mientras se controla y se centra el peso del cuerpo a través de su eje vertical. Durante la ejecución de movimientos que trasladan el peso de dos pies a uno o de uno a dos, el balance, la postura, la transferencia del peso y el aplomo deben aplicarse de forma integrada. Cuando el bailarín moviliza todas las partes de su cuerpo constantemente, debe realizar ajustes para mantener el cuerpo alineado. El aplomo le permite al bailarín moverse verticalmente hacia arriba y hacia abajo en el espacio con confianza y gracia.

Balance (Equilibrio). El ballet considera el equilibrio desde el punto de vista anatómico y estético. Para hallar el balance anatómico debemos intersecar los tres planos del cuerpo: el frontal, que divide el cuerpo en el planto anterior y posterior; el sagital, que lo divide en lado derecho y lado izquierdo; y el transverso, que lo divide en plano inferior y superior. El balance es un principio dinámico que el bailarín trata de percibir en todo su cuerpo, ya sea en una posición estática o durante el movimiento. Para estar en equilibrio, el bailarín constantemente reajusta las relaciones internas de una o más partes del cuerpo, ya sea mientras se conserva una pose, se desplacen las distintas direcciones o se gire. Para lograr el equilibrio sobre uno o dos pies, es necesario integrar las sensaciones de los conceptos de rotación, elongación y alineación en una totalidad integrada. Estéticamente, el bailarín selecciona las proporciones correctas del cuerpo para todas las diversas posiciones, mostrando la armonía de sus partes en infinitas relaciones.

Para mejorar su equilibrio, el bailarín asimila la ejecución correcta de los ejercicios y los pasos en las diferentes posiciones del ballet. Estas posiciones son el marco a través del cual fluyen los movimientos del ballet otorgándole a este arte su plasticidad característica.

Ballet Clásico

Bases del trabajo en la Barra. El trabajo en la barra es de suma importancia para el alumno principiante, pues es allí donde se adquiere inicialmente la técnica y los principios del ballet. En la barra, el alumno aprende ejercicios y posiciones, aplicando las reglas y protocolos derivados de la tradición. El aprendizaje de las preparaciones, los patrones de los ejercicios y las técnicas de respiración son aprendidas en la barra y constituyen las bases para el posterior trabajo en el centro. El propósito de la barra difiere dependiendo del nivel del bailarín. El bailarín principiante depende de la barra en una medida mayor, pues ésta le ayuda a controlar el peso de su cuerpo, antes, durante y después de los ejercicios. Frecuentemente el bailarín principiante regresa a la barra para aprender y practicar movimientos y pasos frente a ella antes de intentarlos en el centro.

El término barra tiene dos significados:

En primer lugar, el objeto de madera o metal que va pegado a la pared o portátil, que usan los bailarines de ballet para aprender los movimientos o para prepararse para bailar; y en segundo lugar, los ejercicios realizados durante la primera parte de una clase de ballet.

La barra actúa como un estabilizador y ayuda a soportar el peso de manera que la pierna que trabaja pueda aprender los movimientos. Este soporte le permite al alumno principiante concentrarse en la correcta ejecución de los movimientos. Los ejercicios de la barra calientan progresivamente las distintas partes del cuerpo, desarrollan fuerza e incrementan la flexibilidad. Estos ejercicios buscan: aumentar la temperatura en los músculos, desarrollar la técnica, preparar al bailarín para el trabajo de centro y la coreografía y permitir la aplicación de los principios para el trabajo en la barra y en el centro.

La práctica repetida de los movimientos básicos constituye la principal base técnica para el perfeccionamiento de un bailarín. La ejecución precisa y clara de estos movimientos son los factores que determinan la ejecución de pasos y combinaciones en el centro, esto hace parte de la elaboración y el desarrollo de una sólida base técnica. Existen dos posiciones fundamentales en la barra: “mirándola”, es decir, colocándose frente a ella, también llamada en algunos casos, primera fase; y con una sola mano en la barra, es decir, de lado a ella o segunda fase. Todos los movimientos se aprenden en un principio en primera fase, con dos manos en la barra.

 

El ballet requiere de la comprensión de ciertos protocolos en la barra, que incluyen la aplicación de algunas reglas, tales como:

1. Permanecer con los brazos en la posición preparatoria antes de iniciar el movimiento.

2. Realizar la correspondiente preparación de brazos antes de iniciar los ejercicios.

3. Cuando los brazos se encuentran arriba (tercera posición) casi siempre deben pasar a través de la segunda posición, usando esta transición para regresar a la posición preparatoria.

4. Realizar una pausa momentánea al finalizar los ejercicios con los brazos en preparación o preparatorio.

5. Cambiar de lado, cuando se trabaja con una mano en la barra, girando siempre hacia dentro de la barra.

 

 

Bases del trabajo de Centro. La segunda parte de la clase de ballet es el centro, el que se realiza, como su nombre lo indica, en el centro de la sala y sin la ayuda de la barra. En el centro, el bailarín posee una mayor libertad de movimiento para desplazarse a través del espacio. En el trabajo de centro deberán aplicarse todos los principios básicos aprendidos en el trabajo de barra. En el centro, el bailarín deberá concentrarse en:

1. Aprender el vocabulario de los pasos básicos.

2. Ejecutarlos correctamente.

3. Incorporar los principios del ballet.

4. Repetir los ejercicios de la barra en el centro.

5. Movimientos lentos (adagio).

6. Movimientos saltados (sautés, allegro).

7. Pasos y movimientos de conexión introductoras.

8. Pasos girados introductores.

 

Las combinaciones para los principiantes son cortas y generalmente contienen de uno a tres movimientos diferentes. Mediante la práctica de estas breves combinaciones el estudiante desarrolla precisión en la técnica y confianza. Los principios del ballet clásico deben ser también aplicados en el centro. Esto le permite al bailarín moverse con mayor facilidad y control durante la ejecución de las diferentes combinaciones de pasos.

Los protocolos del ballet dictan como debe proceder el alumno en el centro para ejecutar los componentes del centro. Estos protocolos le dan al ballet su formalidad tradicional que a su vez constituye uno de sus rasgos clásicos más característicos. Algunos son el resultado de tradiciones que datan de siglos pasados y otros se han desarrollado para mejorar el procedimiento de la clase. Los protocolos del centro siempre están relacionados con la forma en la que el bailarín se presenta ante el público. Algunos de los protocolos en el centro son:

1. Preparar el cuerpo con su correspondiente posición de brazos, cabeza y piernas antes de la ejecución de cualquier movimiento.

2. Definir con claridad la dirección de iniciación de los distintos movimientos.

3. Realizar la preparación de brazos (port de bras) indicada para cada movimiento.

4. Finalizar correctamente las combinaciones, manteniendo durante un breve instante la posición final.

5. Ejecutar la reverencia al final de la clase, lo cual permite al bailarín prepararse para recibir los aplausos del público en sus presentaciones futuras. Además, es una tradición en la que los alumnos muestran respeto al profesor, a sus compañeros y a la clase en general.

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¿Que es el tutú?

Un tutú debe ser un instrumento de esplendor visual para la audiencia, proporcionando placer y seguridad a la hora de bailar. La elección del vestuario de ballet para el bailarín es un tema fundamental.

Un tutú debe capturar la esencia del ballet clásico, realzando y reflejando la belleza del bailarín. El vestuario para una gala de danza clásica es un ritual que va más allá de la creación de un tutú.

La definición de tutú es amplia, aunque generalmente, sabemos de qué se trata. El concepto moderno de tutú es según la definición que hicieran de él Balanchine y Karinska creando la famosa frase "el tutú es como un soplo de polvo". Balanchine es considerado el padre del ballet clásico americano y como él, merece el título de la madre del vestuario del ballet clásico una mujer; conocida simplemente como Karinska. Antes del tutú Balanchine-Karinska, el tutú era más común, más simple. Eran tutús que podían ser vistos en muchas de las pinturas de Degas o el clásico tutú más corto, el de crepe, antiguo y rígido.

El bordado ruso era una forma de arte muy notoria e importante en Rusia, destacándose el de las cortinas detalladas con colores y texturas que variaban en sus puntadas. Tenían en general algún bordado minúsculo y fino y otros amplios y ásperos. Éste medio artístico era la profesión de Karinska.

Sus creaciones eran tan sofisticadas y únicas, que llego a alcanzar notoriedad como artista de ese medio. Su negocio prosperó y creó una tienda de sombreros y de vestidos antiguos. Por su notoriedad, se convertiría en la Comisar de Museos de Moscú.

Ya en París, una nueva compañía de ballet clásico llamada "Ballet Clásico Russes de Monte Carlo" le solicitó la creación de los trajes para su primer ballet titulado "Cotillón". La coreografía estaba creada por otro ruso llamado George Balanchine. Christian Berard, diseñador y fotógrafo de gran renombre y prestigio, realizo el diseño y proporcionó un bosquejo general, una idea, de lo que deseaban para el nuevo ballet; pero sería Karinska quién expuso y creó sobre el concepto creado por Berard, modificándolo, eligiendo la tela, la calidad y la cantidad, y decidiendo cómo seria el concepto, la idea, la magia.

Toda su creatividad fue puesta en ejecución. Karinska, Balanchine, y Berard estudiarían cada ballet y colaborarían en la creación de su vestuario. Con el tiempo este tema sería dejado solamente a Karinska. Ella se convirtió en París, en la representante única de la creación de trajes para ballet. Tanto fue su éxito que Berard creo con sus diseños varias cubiertas para la ya famosa revista de modas Vogue. En 1932 tras la apertura de su tienda en París, Karinska vistió seis ballets clásicos de Balanchine antes que él se fuera definitivamente a Nueva York.

En 1936 preparo el vestuario del ballet "Estaciones" ballet que seria presentado por los Ballet Clásicos Russes en el Covent Garden de Londres, en donde abrió otra tienda de vestidos y bordados. Paralelamente en Nueva York, Balanchine funda la escuela de ballet clásico americano con Lincoln Kirstein y crea el American Ballet Company. En 1940, Karinska abre una tienda más en Nueva York.

El tutú de crepe largo, favorito de Balanchine, era usado con frecuencia. Con sus múltiples capas de tules sin atar, este traje se movía y flotaba cuando los bailarines saltaban. Sin embargo los bailarines como el público no podrían ver sus piernas.

Acortar la falda del tutú era una solución y un reto, permitiendo así ver las piernas de los bailarines completamente. El nuevo traje Balanchine - Karinska tenía seis o siete capas de la red recolectada, cada capa era media pulgada más larga que la capa precedente. La alineación era fluida e inexacta. Las capas fueron clavadas con tachuelas juntas para permitir la mirada mullida, floja, efímera del tul sobre las piernas del bailarín y para descender, debajo de la cintura del bailarín. Este era el tutú que hacia a las bailarinas soñar con bailar. Este tutú, más que cualquier otro, ha venido a simbolizar nuestra noción del ballet clásico. Es el icono del ballet clásico. La unión de Balanchine y de Karinska que hizo un estándar en la historia del ballet simbolizando una nueva mirada en 1950, una obra clásica, conocido como el Balanchine - Karinska - Tutú. Debido a su semejanza a un soplo de polvo fue llamado el "tutú soplo de polvo".

Balanchine dijo, "atribuyo el cincuenta por ciento del éxito de mis ballets clásicos a los trajes que Karinska ha creado”. Los setenta y cinco ballets clásicos de Balanchine fueron realizados con vestuario de Karinska creando sus realizaciones más notables. Ella fue una maestra establecida y reconocida en trajes y diseños de vestidos.

¿Cuales son las obras mas famosas?

Obras

Entre las obras más destacadas de ballet clásico se encuentran "Coppélia", "La Bella Durmiente", "El Lago de los Cisnes" y la favorita de Goyo Claus, "El Cascanueces".

En el estilo romántico están obras como "La Sylphide" y "Giselle". Del estilo de Diaghilev encontramos a "Pethuska", "Les Sylphides", "Le Spectre de la Rose", "Firebird", "El Rito de la Primavera" y "L'Après-midi d'un Faune".

Entre los ballets más modernos encontramos "El Hijo Pródigo", "The Rake's Progress", "Cinderella", "El Sueño", "La Fille Mal Gardée", "Manon", y "Romeo and Juliet".

 

Artistas

Entre los bailarines que han pasado a la historia están los canadienses Wayne Eagling y Lynn Seymour, el inglés Lesley Collin, el tostado Arthur Mitchell, el bajo y cómico Wayne Sleep y el inmortal Mikhael Barishnikov.

Entre las parejas famosas están Alicia Markova y Anton Dolin, los ingleses Antoinnette Sibley y Anthony Dowell, y los famosos Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev.

 

Canciones

Tchaikovsky es el compositor de las obras de ballet clásicas. Dentro del género de Diaghilev encontramos a autores como Stravinsky, Chopin, Debussy, Weber y Saint-Saens.

 

Récords

El récord Guiness de entrechats es para Wayne Sleep quien logró un entrechat-dix cruzando y recruzando sus piernas cinco veces antes de tocar el suelo. Se presume que Nijinsky hizo un entrechat-douze cruzando y recruzando sus piernas seis veces.

¿Que es el ballet de la Opera de París?

Ópera

La Ópera de París, es una institución musical, sucesora de la fundada en París por Luis XIV en 1669 con el nombre de Académie Royale de Musique. Es una de las instituciones de su clase más antiguas de Europa.

Originalmente alojada en el Palacio Real de París, ha tenido varias sedes y actualmente ocupa dos edificios:

* El Palacio de la Ópera, inaugurado el 5 de enero de 1875 y conocido también como «Palais Garnier» (Palacio Garnier) u «Ópera Garnier», en honor al arquitecto que lo diseñó, Charles Garnier.


* El Palacio de la Ópera de la Bastilla, inaugurado el 13 de julio de 1989, coincidiendo con los actos de celebración del bicentenario de la Revolución Francesa.

 

Historia de la Ópera nacional de París.

Conocida inicialmente con el nombre de «Academia de Ópera», la «Academia Real de Música» se fundó en 1669 por empeño de Colbert y en respuesta a la Academia real de Danza. Con la misión de difundir al público la ópera francesa, no sólo en París sino también en otras ciudades del reino, uno toma la práctica de llamarlo simplemente «La Ópera». Teniendo como recursos financieros solamente las entradas de los espectadores (y no, como para la Comédie-Française o el Théâtre Italien, un subsidio real), la Ópera obtiene el privilegio de representar música con la prohibición para quien sea que haga algo semejante sin haber obtenido la autorización de los creadores. Los primeros que se beneficiaron de los privilegios fueron Pierre Perrin y Robert Cambert. Encarcelado por las deudas, este último se obliga a rendir su privilegio a Jean-Baptiste Lully en 1672, con el éxito que se conoce. Lully y sus sucesores además negociaron la transferencia del privilegio amargamente, de una parte o de forma entera, con contratistas de la provincia: Pierre Gautier compra en 1684 la autorización para abrir una academia de música en Marsella; luego las ciudades de Lyon, Ruán, Lille y Burdeos hacen alguno en los años siguientes.

La Academia Real de Música cambió trece veces de lugar de representaciones durante el Siglo XVIII, hasta su transformación, con la Revolución, en el «Teatro de las Artes», que se llama hasta el día de hoy la «Ópera Nacional de París». La Ópera de París estuvo a menudo endeudada. En 1875, la institución ocupó la Ópera Garnier, y luego, en 1990, la Ópera de la Bastilla.

Hoy en día, el Palacio de la Ópera de Garnier alberga sobretodo espectáculos de ballet, y solo en ocasiones especiales se representa allí alguna ópera clásica, ya que normalmente estas representaciones se efectúan en la nueva ópera, en Bastille, más práctica pero mucho menos espectacular. Para hacerse una idea de su monumentalidad, baste decir que su superficie es de 11.237 metros cuadrados.

 

El Ballet de la Ópera de París.

Sus orígenes pueden ser rastreados hasta 1661 con la fundación de la Académie Royale de Danse (Academia Real de Danza) y la Escuela de Danza de la Ópera (1713) por Luis XIV de Francia. Como parte del Théâtre National de l'Opéra, la compañía dominó la danza teatral del siglo XVIII y el inicio del siglo XIX. Sus artistas desarrollaron técnicas de ballet clásico. Pierre Beauchamp, el primer director de la compañía, codificó las cinco posiciones básicas del ballet, y los virtuosos Jean Balon, Louis Duport, Marie Camargo y Gaetano y Auguste Vestris extendieron el rango de los pasos de baile, especialmente los saltos.

En 1832 la compañía abrió la era del ballet romántico presentando La Sylphide de Filippo Taglioni. Entre los bailarines de la compañía de este periodo estaban Jules Perrot, Arthur Saint-Léon, Fanny Elssler y Carlotta Grisi, que creó Giselle en la Ópera de París en 1841.

La decadencia de la compañía a fines del siglo XIX fue detenida por Jacques Rouché, director de la Ópera de París y de la Opéra-Comique entre 1914 y 1944. Después de las exitosas producciones de vanguardia de los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev, Rouché contrató a los artistas estrellas rusos Michel Fokine, Anna Pavlova y Bronislawa Nijinska y en 1930 nombró a Serge Lifar director de la compañía. Entre los principales bailarines al mando de Lifar estuvieron Yvette Chauviré, Solange Schwarz, Marjorie Tallchief, Michel Renault y George Skibine.

Hay cinco rangos de bailarines en el Ballet de la Ópera de París, del más alto al más bajo, serían: étoiles, premiers danseurs y, formando parte del cuerpo de baile, sujets, coryphées y quadrilles. Algunos bailarines fueron famosos como: Yvette Chauviré, Sylvie Guillem, Emma Livry y Marie Taglioni.

El Ballet de la Ópera de París es único en el mundo. La riqueza de su repertorio clásico y contemporáneo, la juventud de sus intérpretes y la excelencia de sus estrellas hacen de él una referencia de la danza actual.

Ópera de París. Sólo pronunciar su nombre transporta la imaginación del interlocutor a una agitación de tutús y no a la imagen de una lánguida diva. El hecho de que la danza —en este caso el Ballet— inspire un gran lugar de ópera (como además atestigua la estatua de Carpeaux en la fachada del Palacio Garnier), es una particularidad muy francesa, una cuestión de Historia, sin duda. No olvidemos que el primer "patrón" del Ballet de la Ópera no fue otro que el Rey Luis XIV, primer bailarín del reino, estrella absoluta, que encontró su título de Rey Sol después de haber interpretado a Apolo Sol naciente en Le Ballet de la nuit [El Ballet de la noche], en 1653, papel que interpretó en exclusiva en todos los ballets posteriores. Bailarín emérito y muy entrenado (un curso al día desde los siete años), creador de al menos 27 ballets —y figura principal en todos ellos—, y de varias figuras técnicas, como el trenzado “real”, Luis XIV trabajó desde su ascenso al poder, en 1661, en la creación de la Academia Real de Danza, primera institución francesa encargada de fijar las reglas de este arte y de su enseñanza. El objetivo, “devolver a dicho arte su perfección y elevarla tanto como sea posible”.

 

¿Que estilos de ballet existen?

Dentro del Ballet o Danza Clásica podemos distinguir varios estilos diferentes, dependiendo de la obra representada, de la música y de la indumentaria.

 

Estilos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ballet Romántico

El romanticismo fue una corriente que influenció el arte del siglo XIX. En este estilo se habla del dolor de un amor no correspondido. Hay un interés por lo imaginario, por los reinos lejanos y por lo sobrenatural. La bailarina principal tiene mucha importancia. Su imagen pasiva debe ser objeto de idolatría por los románticos empedernidos. Los coreógrafos más destacados fueron el italiano Filippo Taglioni y el danés Bournonville. De los bailarines más representativos están Marie Taglioni, hija de Filippo, y el francés Jules Perrot.

 

Ballet Clásico

La extravagancia de las cortes imperiales es reflejada en este estilo. La función principal es mostrar técnica pulida. Las bailarinas eran estatuescas. Por lo general una coreografía clásica se compone de 3 etapas: Pas de deux o adagio, solos o variaciones y un Pas de deux final o coda. Las mujeres utilizan vestidos de cuento de hadas o vestidos cortos y levantados llamados tutús. Marius Petipa y Lev Ivanov hicieron las coreografías de las obras clásicas más aclamadas.

 

Ballet De Diághilev

Este estilo fue inventado por el ruso Mikhail Fokine que colaboró con un tipo llamado Sergei Diághilev que coordinaba a músicos, coreógrafos, compositores y diseñadores para crear obras maestras. Este estilo es menos rígido, son de un solo acto y utiliza hombres y mujeres por igual. Anna Pavlova, famosa por "The Dying Swan", y Vaslav Nijinsky fueron los representantes de este estilo.

 

Ballet Moderno

Después de la muerte de Diághilev en 1929, surgieron nuevos estilos. La danza contemporánea llegó a ser un movimiento aparte teniendo diferencias notables con el ballet.

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